A todos nos llega el momento nada estelar del
autobombo. Los hay, incluso, que somos reincidentes. Tal vez pensaba en este
tipo de cosas Artaud cuando dijo lo de la cochinada. No sé, estoy hablando de
memoria. No importa. Simplemente quería decir que me hizo mucha ilusión leer lo
que Pedro Andreu escribió una vez
finalizada la lectura de Momentos
estelares. Tanta ilusión me hizo el comentario (vertido en Facebook) que he
decidido traerlo aquí. Ya sé: soy un cochino. Sabrán perdonármelo las cincuenta
o sesenta personas que recalen en esta entrada. En fin, Pedro, gracias por tus palabras.
Y perdona a este cochino ladrón:
“Ayer noche disfruté de los Momentos estelares de Javier Cánaves. Un poemario que hace juicio a su título, con algunos poemas inolvidables, francamente "estelares". Leer a Javier es un gustazo que a veces me provoca incluso envidia. Sus versos cada vez destilan más una mezcla difícil de compleja sencillez y oscuridad luminosa, una ironía afilada como un cuchillo japonés, un juego de referencias metaliterarias que nunca resultan artificiosas... Enhorabuena, Javier Cánaves por un libro tan desnudo y perfecto que parece sencillo como una piedra, como una pedrada en los dientes del alma. Un poemario tan trabajado y profundo, pero que, sin embargo, se muestra tan desnudo (sin apenas arquitectura interior, sin división en partes, sin...) no es algo fácil de conseguir. Nada fácil. Pero él lo logra”.
Para rematar la entrada, meto aquí el enlace
al blog Insólitos, administrado por Joaquín Piqueras, donde puede leerse un
poema de Momentos estelares, concretamente
el titulado:
Besos.