"Cuestión de tiempo" (editorial Renacimiento, 2017) |
LAS MUCHACHAS
Sentado en
la terraza de la playa
atardecido ya,
contemplo
a dos
muchachas que se besan
con malicia
en los labios, recreándose
como brisa
de julio,
entre bromas
y risas por la clara
provocación
que brindan.
Contrasta la
alegría de esos ojos,
de esos
cuerpos ligeros tendidos en la arena
que enredan
el deseo en sus cinturas
y que juegan
o no
a gozar del
impulso que las tensa,
con la
adusta mirada de los veraneantes,
con alguna
protesta que se alza.
Veraneantes.
Han tolerado
gritos, balonazos,
torpes surfistas
contumaces,
motos acuáticas,
perros que
se sacuden en la arena,
canciones
del verano durante todo el día.
Han leído la
prensa imperturbables,
bajo un sol
de injusticia o a la sombra,
pero se les
abronca el ánimo
porque dos
muchachitas en top-less
celebran la
existencia.
Al cabo de
un buen rato las dos adolescentes,
con sus
bikinis húmedos
se alejan de
la mano,
de espaldas
a la tarde declinante,
hacia unas
rocas solitarias
que el
crepúsculo incendia.
NOCTURNO
Estoy medio
despierto, entre las sábanas,
en esta oscuridad
que apenas rompen
los sonidos
de la alta madrugada.
Viene a mi
pensamiento
todavía muy
torpe
el rencor de
verdades que olvidé
mezclado con
sus voces ya tan viejas,
y regresan
también las justificaciones,
las noches
de mil noches.
Máscaras o
apariencias de otro tiempo
que ya no
existe en mí pero me alcanza
con su
tropel vacío y su estrépito mudo
entre estas
paredes de ahora.
Extrañamente
vivos, sin embargo,
derrotas de
recuerdos inservibles,
son los ecos
infieles de mí mismo,
por las
aceras de unas calles
que sólo el
entresueño me devuelve.
Espejos sin
azogue y en añicos
como bosque
de imágenes perdidas,
de palabras
que dije,
de
extraviadas escenas de imposturas
que fueron
de verdad y no perdonan.
AFTER HOURS
“We three”.
Roy Haynes, Phineas Newborn y Paul
Chambers
In
memoriam Juan Claudio Cifuentes
Qué extraño
este lugar,
qué distintas
las horas de esta noche
que parece
propicia
para una
despedida general,
esta noche
en que el frío
del aire es
una música
o sólo un
ritmo lento
de
escobillas de blues dentro del
corazón
de un bosque
como yo, tan fantasmal
y a la vez
tan despierto y tan esquivo.
Será que
estoy soñando, sin embargo,
dormido como
un muerto
que
estuviera dormido y viera luces
y creyera que
oye entre el silencio
un piano
obsesivo,
unas notas
oscuras y perdidas.
Hay siluetas
de casas apagadas,
y en un
cielo de humo
una gran
luna negra.
Pero no
escucho nada
ni estoy en
sitio alguno
y estas
apenas luces no vienen de lo alto
sino del
pensamiento
fragmentario
y huidizo
como un eco
del tiempo, ya tan lejos.
Pero no hay
pensamiento,
ni estoy
lejos ni solo ni dormido,
la mente es
un teatro derruido en la noche
y unas
sobras de gestos y palabras
parecidas a
mí vienen conmigo,
nómadas,
habitadas, furtivas,
hacia
dónde.