domingo, 3 de septiembre de 2017

Poesía en los bares: Francisco Díaz de Castro


"Cuestión de tiempo" (editorial Renacimiento, 2017)

LAS MUCHACHAS

Sentado en la terraza de la playa
atardecido ya, contemplo
a dos muchachas que se besan
con malicia en los labios, recreándose
como brisa de julio,
entre bromas y risas por la clara
provocación que brindan.

Contrasta la alegría de esos ojos,
de esos cuerpos ligeros tendidos en la arena
que enredan el deseo en sus cinturas
y que juegan o no
a gozar del impulso que las tensa,
con la adusta mirada de los veraneantes,
con alguna protesta que se alza.

Veraneantes.
Han tolerado gritos, balonazos,
torpes surfistas contumaces,
motos acuáticas,
perros que se sacuden en la arena,
canciones del verano durante todo el día.
Han leído la prensa imperturbables,
bajo un sol de injusticia o a la sombra,
pero se les abronca el ánimo
porque dos muchachitas en top-less
celebran la existencia.

Al cabo de un buen rato las dos adolescentes,
con sus bikinis húmedos
se alejan de la mano,
de espaldas a la tarde declinante,
hacia unas rocas solitarias
que el crepúsculo incendia.



NOCTURNO

Estoy medio despierto, entre las sábanas,
en esta oscuridad que apenas rompen
los sonidos de la alta madrugada.
Viene a mi pensamiento
todavía muy torpe
el rencor de verdades que olvidé
mezclado con sus voces ya tan viejas,
y regresan también las justificaciones,
las noches de mil noches.
Máscaras o apariencias de otro tiempo
que ya no existe en mí pero me alcanza
con su tropel vacío y su estrépito mudo
entre estas paredes de ahora.
Extrañamente vivos, sin embargo,
derrotas de recuerdos inservibles,
son los ecos infieles de mí mismo,
por las aceras de unas calles
que sólo el entresueño me devuelve.

Espejos sin azogue y en añicos
como bosque de imágenes perdidas,
de palabras que dije,
de extraviadas escenas de imposturas
que fueron de verdad y no perdonan.



AFTER HOURS

“We three”.
Roy Haynes, Phineas Newborn y Paul Chambers

In memoriam Juan Claudio Cifuentes


Qué extraño este lugar,
qué distintas las horas de esta noche
que parece propicia
para una despedida general,
esta noche en que el frío
del aire es una música
o sólo un ritmo lento
de escobillas de blues dentro del corazón
de un bosque como yo, tan fantasmal
y a la vez tan despierto y tan esquivo.

Será que estoy soñando, sin embargo,
dormido como un muerto
que estuviera dormido y viera luces
y creyera que oye entre el silencio
un piano obsesivo,
unas notas oscuras y perdidas.

Hay siluetas de casas apagadas,
y en un cielo de humo
una gran luna negra.
Pero no escucho nada
ni estoy en sitio alguno
y estas apenas luces no vienen de lo alto
sino del pensamiento
fragmentario y huidizo
como un eco del tiempo, ya tan lejos.

Pero no hay pensamiento,
ni estoy lejos ni solo ni dormido,
la mente es un teatro derruido en la noche
y unas sobras de gestos y palabras
parecidas a mí vienen conmigo,
nómadas, habitadas, furtivas,
                                                hacia dónde.